En la alegoría de la caverna de Platón, el famoso filósofo griego planteaba que la verdad es independiente de nuestras opiniones. Estará siempre ahí aunque nadie crea en ella. Es una visión muy idealista sobre lo que existe.
Sin embargo, esta idea tan poderosa también tiene un lado oscuro: la mentira también puede subsistir y acaparar toda la atención porque, si bien no describe fielmente la realidad, no le hace falta; simplemente "funciona" en nuestras cabezas. Nos permite construir un relato sobre nuestras vidas,. Por eso sobrevive.
Hace unos meses el Diccionario Oxford señaló que la palabra del año 2016 había sidopost-truth, que en castellano es algo así como posverdad. Este concepto señala que entre la verdad y la mentira hay un territorio de aguas turbias que escapa a esas dos definiciones.
¿Qué es la posverdad?
La posverdad se ha definido como un contexto cultural e histórico en el que la contrastación empírica y la búsqueda de la objetividad son menos relevantes que la creencia en sí misma y las emociones que genera a la hora de crear corrientes de opinión pública.
Básicamente, la palabra sirve para señalar una tendencia en la creación de argumentarios y discursos que se caracteriza por partir de la asunción de que la objetividad importa mucho menos que el modo en el que lo que se afirma encaja con el sistema de creencias que sentimos nuestro y que nos hace sentir bien.
La posverdad supone un emborronamiento de la frontera entre la verdad y la mentira, y crea una tercera categoría distinta a las dos anteriores. Una en la que un hecho, ficticio o no, es aceptado de antemano por el simple hecho de encajar con nuestros esquemas mentales.
Para entender más....
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